Canon Mexicana acerca la fotografía a niños de escasos recursos
Un colaborador de Canon Mexicana nos hace llegar esta historia con la labor social de la empresa de tecnología en los Comedores Santa María, de la Ciudad de México.
Suena la alarma a las 6 de la mañana y comienza la rutina para un día más en la oficina. Como todos los días, me preparo un café, preparo mi desayuno, prendo el televisor para ver las noticias y tomo un baño. Al salir de casa e iniciar mi camino, la sensación es diferente, pues hoy no es un día como cualquier otro. Mi actitud al caminar es distinta y una sonrisa ilumina mi semblante.
Por supuesto que es un día diferente. Afortunadamente, Canon Mexicana, empresa a la que orgullosamente pertenezco, realiza una de las actividades más loables que se pueden realizar hoy en día con la tecnología de mi empresa y el calor humano de mis compañeros.
Llego al corporativo y ya me espera un comité listo para ir a una de las comunidades más marginadas de la Ciudad de México.
Con el equipo cargado en la camioneta, tomamos rumbo al extremo poniente de la ciudad, atravesando avenidas y esquivando el tráfico, hasta que nos encontramos con una de las imágenes más contrastantes de la ciudad: Santa Fe. Por un lado, capital financiera con edificios que se levantan por encima de la plancha citadina y que ilustran la opulencia de la zona, pero basta con voltear la mirada para darse cuenta de que la escasez y la marginación son parte del día a día de muchas personas que habitan por estos rumbos.
Tomamos un pedazo de la carretera y nos encontramos con una localidad en medio del bosque; entramos a la zona y llegamos a una construcción al pie de la iglesia que se viste con el nombre de: “Comedor Comunitario Santa María”, que al día sirve comida a más de 350 niños y niñas de distintas edades.
Nosotros, como representantes de Canon Mexicana, tenemos una labor distinta el día de hoy: capturar en un instante una imagen que perdure en el tiempo. Muchos de estos niños no han tenido la oportunidad de tener una foto propia en sus manos en toda su vida, pasando los pocos años de su existencia sin un recuerdo tangible de cómo son… Algo difícil de digerir en una sociedad como la nuestra, donde la fotografía está tan arraigada en nuestra rutina, que no es fácil creer que hay personas que no se han visto a sí mismos en este medio.
Después de ser recibidos por el personal administrativo del comedor y ser parte de un ritual de inicio de actividades, que incluye cantar y rezar, nos disponemos a montar nuestra estación de trabajo. Trajimos desde el corporativo una impresora poderosa y un par de cámaras para realizar nuestra labor de hoy.
Los niños comienzan a llegar y muchos se intimidan al ver la cámara. Algunos se niegan ante la invitación para tomarles una foto, pero nunca falta el niño valiente y aventado que toma el toro por los cuernos y le enseña a sus compañeros que la cámara el día de hoy es una amiga cómplice de un momento que quedará grabado para siempre en sus mentes.
Al finalizar su comida entre risas, cantos y aprendizaje, los niños toman camino rumbo a sus actividades escolares, no sin antes pasar por su foto. Por un instante se siente una calidez inexplicable en el corazón: al ver la cara de felicidad de los niños al tener por primera vez en sus manos un instante que no volverá jamás, pero que quedó plasmado en una foto que le ayudará a recordar ese instante de plenitud y felicidad. Resulta increíble que algo tan sencillo como una foto, pueda hacer tanta diferencia y me enorgullece mucho ser parte de eso.
Después de ver la algarabía, las mamás que esperaban afuera se acercan a ver qué sucedía sin decir nada. Se veía en sus ojos las ganas de dar un paso al frente pero algo las detenía, fue ahí cuando me animé a invitarlas a tener una foto con sus hijos. La mirada que tenían jamás la olvidaré.
Son tantas las pequeñas acciones que podemos hacer para mejorar el día de alguien. Involucrarte de manera activa con tu comunidad debería ser una actividad continua para todos aquellos que gozamos de ser privilegiados, de todos aquellos que podemos presumir de un trabajo y mejor aún, de un trabajo que pueda llevar a otros la felicidad en las pequeñas cosas de la vida.